EDWARD

Estaba yo sentado en el mismo banco de siempre y de repente…

– Buenas noches, amigo. Me llamo Edward. En esta ocasión no ando pidiendo limosna, si tuviese completo el cuerpo no lo haría… pero ya ves; ese es otro tema (sonrió). ahorita solo ando pidiendo que me escuchen. ¿me escucharías? (cambió su estado de ánimo).

– Adelante. Fue lo único que le dije. Se puso cómodo, estuvo silencioso por un instante y de repente vi cómo las lágrimas corrían por sus mejillas y empezó a desahogarse con una voz quebrantada.

– Siendo niño alguna vez les decía a mis padres: “quiero vivir para ayudar a la gente, quiero dar lo que tengo al necesitado”. Más ahora que han pasado varios años solo pienso: “quién me ayuda si cuando me ven solo ven a un vagabundo, no conocen mi pasado, no saben lo que he vivido. Quién me da lo que necesito si solo juzgan mi apariencia. Soy consciente de que robar es malo, pero no tengo otra opción, soy humano, también tengo sed y hambre; siento el frio, siento el dolor, vengo sintiendo la perdida de mis padres desde hace más de cincuenta años. No nací en cuna de oro, pero a oro se asemejaba lo que tuve de pequeño. De no ser por… todo sería diferente”.

Dijo muchas cosas más en tanto que la luna se ponía sobre nuestras cabezas… más yo solo pensaba que después de todo no estábamos ni éramos tan distintos… Miserable no solo se sentía él. Desahogarse no solo quería él. Había dolores disfrazados en situaciones o contextos diversos y con sujetos muy variados… contarle quería mis desgracias al vagabundo. Así de miserable estaba yo… pero… este solo era el momento para escuchar al otro.

Tu apoyo será clave para este proyecto 👉 Clic aquí

Comentarios