SAMUEL SIEMPRE PIERDE: EL ETERNO CANDIDATO
En la Bolivia anterior a 2005, cuando el viejo orden aún se aferraba a las formalidades, sobresalían figuras como Jorge “Tuto” Quiroga, Manfred Reyes Villa y Samuel Doria Medina. El primero, heredero de Banzer, se proyectaba como el tecnócrata redentor que asumió las riendas del país en 2001. El segundo, un exmilitar con aires de mesías populista, coqueteó con el poder en 2002. Y el tercero… bueno, el tercero siempre estuvo allí. Samuel Doria Medina: empresario exitoso, catalogado como el economista liberal-desarrollista; es una de las figuras que nunca logra subir al escenario principal, pero que insiste en ocupar el camerino. Merecido tiene su denominativo: el eterno candidato a la presidencia.
Su carrera
electoral es un manual de perseverancia baldía. Intentó llegar a la
vicepresidencia en 1997 junto a Jaime Paz Zamora, y luego fue candidato
presidencial en 2005, 2009 y 2014. En 2020 reapareció como aspirante a la
vicepresidencia junto a Jeanine Añez, pero declino su candidatura. ¿El
resultado? Siempre el mismo, invariable como una ley de la física: derrota tras
derrota, intento tras intento, discurso tras discurso. No importa la coyuntura,
ni el rival, ni la manera política, Samuel siempre pierde. Y lo más curioso es
que, a pesar de ello, resurge como renovado brío. Cambia de partido, de
eslogan, de asesores, pero su aspiración sigue siendo la misma: llegar a ser el
presidente de Bolivia.
Hay algo
trágico -o quizá patético- en su obstinación. Como un empresario empecinado en
vender un producto que el mercado político ya no quiere consumir. Doria Medina
personifica esa faceta de la política boliviana: la del tecnócrata desconectado
del pueblo, la del candidato sin épica, la del proyector, visionario, pero sin
alma.
Doria
Medina se asemeja a un fósil de otra era. No por escasez de ideas, sino por una
palpable desconexión con el pueblo que ya no escucha su mensaje. Su
perseverancia, casi admirable en su tenacidad, se ha convertido en un
melancólico emblema de aquello que juraste dejara atrás, como tu ex.
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