MANCHADOS DE CULPA
¡Manchados de culpa!
Lo dijo Acosta y lo dijo Supa: “sangre, sudor y lágrimas”;
trabajo, sacrificio, voluntad… ya ni más.
Lo que uno necesita para enfrentar la vida,
vida que es igual a problemas,
de diversos temas, pero, como el viejo decía:
“No temas… llorar no es solo de nenas;
los hombres también lloran,
cuando están solos, tristes, o cuando se enamoran”.
Imploran las almas vacías: “quiero paz, quiero felicidad”,
añoran dejar el vacío existencial;
muertos en vida,
muertos al deseo de conocer el arte de vivir.
¿Sobrevivir? para ellos lo elemental,
como si se pudiese evitar sufrir.
Dime, ¿dónde está la salida?
¡¿Dónde está la salida?!
solo quiero ver la luz… Él.
sentir tu calor, aunque me queme, Emmanuel.
A veces creo que razono,
estando bajo la capa de ozono,
contagiado de todo aquel que cree
en la evolución del mono.
No… confundido.
Entonces, no razono.
Habla el ser relativista y nada realista
que insta a no creer en lo que no se ve.
Habla el ateísta, que cree que el mayor invento
del hombre, en la soledad, es Dios;
ignorando por completo que fue Él quien nos dio la voz,
voz que clama en el desierto,
vos que clama como ahora:
“Solo quiero ver la luz,
solo quiero verlo a Él,
sentir tu calor, aunque me queme, Emmanuel”.
Necesito la lupa,
manchados de culpa.
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